18/2/12

La ciudad sin agua

A principios de  febrero un derrame de petróleo en una instalación de la estatal PDVSA conmocionó a la colectividad debido a la no tan acertada respuesta de los planes de contingencia. Cientos de barriles se incorporaron a las aguas del Río Guarapiche, principal afluente de las plantas de tratamiento que surten del vital líquido a gran parte de la población de Maturín. Harto conocidas las noticias y reseñas en los principales diarios de circulación nacional, explicaciones de los  dirigentes de la estatal PDVSA; y  opiniones de expertos petroleros, ecologistas, ambientalistas y ciudadanos.  La reflexión en torno a este asunto se encamina hacia la Seguridad y soberanía alimentaria como política de Estado, y no como resguardo a guerras o lo que se le parezca, sino a la prevención y manejo de tan delicado tema para la vida en general.

Entendemos que de la vida de los ecosistemas depende la vida del hombre y que el hombre mismo debe tener conciencia de lo que significan los errores por descuido en cualquier ámbito de desarrollo económico como lo es el del petróleo para Venezuela. Tampoco es menos cierto que la vida del hombre está definida por el agua y que a lo largo del río, los ecosistemas presentes mantienen un ciclo y diversidad productiva, reparativa y regenerativa de acuerdo al equilibrio que mantengan y no gracias a agentes externos como la incorporación de hidrocarburos proveniente del derrame. Los manglares presentes en la zona de vida cumple una función propia, la ictofauna, la fauna, los suelos y la vegetación sufrieron gran parte las consecuencias del "desequilibrio del hombre" También los pobladores de Maturín en quienes recayó el peso inminente de la falta de agua para consumo por la imposibilidad de tratar el agua contaminada en un porcentaje de quinientas veces las partes por millón (ppm) requeridas para ser tratada.
Y junto a la escasez posibilidad de agua las molestias de esperar el reparto del "camión cisterna", la compra o recibimiento de botellones de agua, la carga de baldes en los niños adolescentes y ancianos para tener algo de agua para las necesidades básicas del día, suspensión de clases en los colegios, horarios de trabajo restringidos entre otros; hizo que la ciudad se convirtiera en un caos, gracias a los causantes de este desastre. 


Esconder la verdad y tratar de enmendar el error de la dirigencia petrolera no basta, hace falta de ustedes conciencia y justicia al no tener la respuesta oportuna al plan de contingencia y deteriorar nuestro patrimonio ambiental..