24/7/08

El gusto por las madeleines

Tanttísimi anni fa, que non mi riccordo, llegaba a Roma para hacer un post grado en turismo y al segundo día de estar en esa hermosa ciudad, Inés y yo nos acercamos el Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia (ojo, no de Venezuela) por nuestros primeros pagos por arreglos iniciales (casa, ropa de invierno y las cartas de acreditación para la escuela).

En la vía della Farnessina a pocas cuadras del ministerio, queda el mercado del mismo nombre al cual, con millones de Liras (antes de los Euros) en las carteras nos dirigimos cerca de las once del mediodía a conocer el mercado en cuestión; y para nuestro deleite visual aquello era un poema que podría ser la musa de cualquier goloso pintor.

En el recorrido cada puesto nos seducía con las invitaciones de los regentes ofreciendo sus productos con descuentos especiales, más la oferta de pastas preparadas de todos los tipos solo para hornear en pocos minutos, pastas en paquetes, potes o cestas que maravillaban y provocaba comprar cualquiera y comenzar a comerlas allí mismo.
Los puestos de charcutería eran una paleta que iba de los rojos hasta los ocres, con olores de grasa curada, ahumados, pimientas y otras tantas especias.
Los vegetales y especias frescas nos dejaron sin habla, especialmente los pommodori, zuccini, carote, fagioli , rosmarino y tantos otros.
Los quesos nos pusieron a respirar despacito y contener las diferentes notas que el olfato nos trasmitía: Los tamaños de los parmesanos reggiano nos hicieron soñar con tener uno para cada una.
Tantos bocaditos de prueba casi nos hicieron desistir del almuerzo y nuestra compra se limitó a un paquete de unas galletas en forma de concha marina tipo ponqué llamadas madeleines, que Inés me explicó, eran de origen francés y muy ricas, las llevamos para il dolce, mientras nos dirígiamos hacia trattoría de la esquina cerca del mercado, haciendo angulo con el Stadium Olímpico.

La selección de la comida estuvo guiada por el mesero que nos ofreció el plato del día una pasta que ya no se que era acompañada de ensaladas y un bicchiere de vino bianco. El momento estelar llego luego que ordenamos dos capuccinos, agua mineral con gas y abrimos el paquete de las conchitas de mar francesas. Desde ese momento tengo debilidad por las madeleines, y donde quiera que vaya y las encuentro, con ese apariencia de estar deliciosas no me puedo resistir.


Muchas pruebas de recetas he realizado, pero la que más se acerca al sabor del paquete comprado en el mercado de la Farnessina es esta, que aunque las preparo en moldes de ponqué por no tener el de las conchas quedan deliciosas y acompañadas de un café recién hecho te hacen feliz.
Ingredientes: 1 1/2 barra de margarina sin sal y derretida; 3/4 taza de harina todo uso; 1/4 taza de harina de maíz; 1 cdta. de polvo de hornear; 1 pizca de sal; 2 huevos; 5 cdas de jugo de limón o de naranja; 2/3 taza de azúcar; 1 cdta de vainilla, ralladura de piel de 1 limón.

Preparación:
Pre calentar el horno a 220°C. Cernir las harinas, polvo de hornear y sal. Engrasar y enharinar si se usa molde de metal.
En la batidora cremar los huevos junto al azúcar, luego agregar la vainilla y cáscara del limón. Bajar la velocidad de la batidora e ir agregando poco a poco las harinas y el jugo de naranja o limón. Una vez bien mezclado agregar la mantequilla o margarina derretida y a temperatura ambiente hasta que se incorpore a la mezcla.
Rellenar 3/4 partes de los moldes con la mezcla. Llevar al horno precalentado y esperar 5 minutos para luego bajar la temperatura a 108°C hasta que las madeleines estén doraditas y al introducir un palilli este salga seco; esto toma alrededor de 12 - 15 minutos en el caso que estén usando el colde grande.
Desmoldar y esperar que enfrién y disfrutar...




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